Mi gallo Pepito

             Íbamos con Julia a ver a mi mamá que trabajaba en el Hospital Juan Domingo Perón de Tartagal - Salta. Al frente del hospital, había una veterinaria que en ese momento vendía pollitos. Nos frenamos con Julia y le dije: Quiero uno!!!!! - Julia, que me cuidaba desde hacía un par de años y que me malcriaba, me compró uno. - El pollito negrito quiero! - le dije - y así fue, como Pepito llegó a nuestras vidas. Vivíamos en un dpto muy amplio pero depto al fin. Apenas pasabas la puerta de entrada, el olor a pollo inundaba la casa. Te impregnaba las fosas nasales y lo único que podías oler era el olor a pollo, como vivir en un criadero. Yo llamaba a Pepito y Pepito venía cual perro obediente. Era diminuto, tenías que mirar todo el tiempo al piso para no pisarlo. 

         Con Pepito vivimos muchas aventuras, una de ellas fue llevarlo a mi Colegio para presentar un trabajo de la escuela sobre aves. Entre con Pepito dentro de una cajita de zapatos y nadie se dio cuenta de su presencia hasta que me paré delante de la clase para dar mi explicación sobre las aves. - Aquí les presento el huevo, en otro recipiente tenía un huevo que había cascado y donde podían ver la yema y la clara. Después abrí la cajita y les presenté a Pepito. Todos enloquecieron, él era la estrella, como lo fue después de adulto.

              Pepito fue creciendo y ya era insostenible tenerlo en el depto. Mis papás hacía tiempo venían con ganas de comprar un par de hectáreas para sembrar y tener animales de granja. Pepito inauguró ese campito de cuatro hectáreas que me hizo taan feliz. Era el rey del campo, se paraba con su porte tan elegante encima de unos de los postes que estaba al lado del horno de barro. Ahí se quedaba Pepito, imponente viéndolo todo.
Resultó ser que Pepito no era cualquier gallo, era mezcla con gallo de riña. Y si, si alguna vez escucharon hablar sobre los gallos de riña, llevan en su sangre las ganas de pelear. Todo ser vivo que pasaba por el campito corría atemorizado por las espuelas de Pepito.

               Siempre que íbamos los fines de semana al campito teníamos que estar pendiente de la mirada de Pepito, de tenerlo lejos para que no te alcanzara, o de estar atento al momento que tenías que comenzar a correr cuando te perseguía para atacarte.
Parece como si lo estuviera escuchando en este momento, los gritos de la amiga de mi hermana llamando a mi mamá. - Doña Estela!!! - gritaba Karina, mientras corría hasta la tranquera a toda máquina y Pepito detrás la perseguía para clavarle sus filosas espuelas.
Sin dudas era el más temido del campo, gallo de riña pero no chiquito como un gallo de riña, era inmenso como cualquier gallo. Era un gallo de temer pero era mi gallo. Es por eso que para apaciguar la ira contenida de Pepito le compramos una novia, una gallina barataza.

                Cuando llegó su novia, Pepito dejó un poco de atacar a todas las personas y animales del campito. Comenzó a defender a su novia bataraza de los demás gallos de los campos vecinos y su ira se enfocó a pelear con todo gallo que aparecía para intentar robar a su novia.
Pepito vivió unos años en el campo y pasó su último año de vida en la casa de Julia. Nosotros nos fuimos a vivir a Firmat y con mucho dolor me tuve que despedir del campito que tanto amaba. Me reconfortó saber que Julia se quedaba con eso y que Pepito iba a su casa.
Hoy les cuento la historia de Pepito porque el otro día, visitando la tienda de telas, encontré un tesoro que me hizo acordar a mi campito. Una tela repleta de animales de granja y con un gallo hermoso e imponente como Pepito, no con sus mismos colores ya que él era negro y gris, hermoso como ninguno. Separé la tela y le dije a las chicas que siempre me atienden y son super amables! Este retazo de tela me estaba esperando, ahi escondidita entre rollos de telas enormes, escasos 2 metros se encontraban escondidos. 
Esa tela se convertirá en 8 Mantelitos reversibles de los cuales por supuesto 2 quedarán en mi familia y el nombre de este Mantelito será Pepito. En honor a ese gallo loco que tantas anécdotas hermosas me dejó en mi corazón. Gracias Pepito!!!



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